LA DESORBITADA SUBIDA DEL PRECIO DE LA LUZ.

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La intensa ola de frío (“Filomena”) de los últimos días ha provocado un aumento de la demanda eléctrica, que se ha traducido en precios excepcionalmente altos en el mercado mayorista eléctrico, lo que repercutirá en el recibo de la luz del consumidor.


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Estos desorbitados precios alcanzados por la electricidad, han reabierto el clásico debate sobre el funcionamiento del mercado mayorista, el lugar donde las empresas venden y compran la luz que posteriormente llegará a los consumidores. Y es que de forma periódica (casi siempre en invierno y en enero) se registran bruscas subidas en el precio de la electricidad debido a la confluencia de varios factores: una mayor demanda energética para combatir el frío, una menor producción de energías más económicas por las condiciones meteorológicas, y el aumento del precio del gas natural.

Así, el precio de la luz se ha disparado un 27% en el inicio de este año 2021, alcanzando los 16'81 céntimos por kilovatio hora (kWh) con la tarifa regulada (PVPC), frente a los 13'24 céntimos del mismo periodo de 2020, según datos de Facua-Consumidores en Acción.

Para conocer mejor este fenómeno y sus consecuencias, vamos a contestar una serie de cuestiones basadas en un artículo de El País:

¿Por qué incrementa el precio de la luz durante estos temporales?

Las renovables han aumentado su participación en el mix energético, pues son más baratas que aquellas que utilizan combustibles fósiles, y ayudan a bajar el precio de la electricidad. Pero ahora, dadas las condiciones meteorológicas adversas, se está generando menos energía solar, lo que obliga al mercado a usar energías más caras como las que producen las centrales térmicas de carbón o ciclo combinado.

En realidad, el aumento del precio de la luz es una cuestión de oferta y demanda. Si hay una restricción de oferta, porque no hace sol ni viento, apenas hay producción renovable. Por otra parte, si se necesita más energía eléctrica ante una ola de frío, entonces, la demanda aumenta. En este caso, y considerando que la práctica totalidad de la energía eléctrica hay que consumirla cuando se produce, sólo se puede esperar una subida del precio de la luz.

¿Cómo se fija el precio de la energía?

Se realiza mediante un proceso de casación en el que participan tanto las empresas generadoras de electricidad como las compañías comercializadoras. En él, lanzan cada día sus ofertas para cada hora de la jornada siguiente. Así, el equilibrio entre oferta y demanda es el que determina su precio. Sin embargo, el precio final que se paga a todas las centrales lo determina la última oferta que cubre la demanda.

Mayor demanda.

Según señala El País, existen dos factores que impactan de lleno en el mercado energético: disminución de producción de energías renovables y una mayor demanda. Debido a ello, las energías más económicas no cubren la demanda al alza, lo que obliga a que entren otras más caras y tiene un impacto al alza sobre el precio.

Precio del gas y derechos de emisión.

Uno de los factores que más está elevando el valor de la energía es el aumento del precio del gas. Existen algunos condicionantes que lo explican: la reducción del gas importado de Argelia, la mayor demanda en toda Europa a causa del frío o el tirón de los países asiáticos. Además, los derechos de emisión de CO₂ están subiendo y las eléctricas lo incluyen como un sobrecoste añadido.

¿Cómo se traslada el coste de la energía a la factura de los consumidores?

El incremento del precio de la electricidad no se traduce en un aumento de la misma intensidad en la factura de la luz. Esto se debe a que su consumo comprende entre un 35% y un 40% del recibo.

¿Qué incluye el resto del recibo?

El resto de la factura está formado por los costes fijos de los peajes, el IVA y el impuesto de la electricidad. Además, se apunta otro factor destacado que influye en el coste del recibo: la tarifa contratada por cada consumidor, que puede ser regulada o mercado libre.

¿Qué podría hacer el Gobierno ante esta subida del precio de la luz?

Con respecto a la industria eléctrica, estamos muy condicionados por las decisiones (acertadas o erróneas) que se tomaron hace décadas.

En 1986, el Gobierno de Felipe González introdujo el Impuesto sobre el Valor Añadido, que desde entonces carga la factura eléctrica. Durante los diez años siguientes, el precio se fijaba anualmente en el Boletín Oficial del Estado. El Gobierno pagaba a las empresas privadas por la producción, transporte y distribución, con la excepción de la empresa pública Endesa, que controlaba aproximadamente un cuarto de la energía.

En 1996, con un decreto del Gobierno de José María Aznar, se produjo una gran liberalización del sector eléctrico. Establecía, entre otras cosas, un mercado de compra y venta gestionado por el OMEL (Operador del Mercado de la Electricidad), la operadora española en el mercado común eléctrico de la península ibérica MIBEL (Mercado Ibérico de la Electricidad).

Los ocho años siguientes, el precio comenzó a bajar, hasta quedarse en un 11% menos en 2004. Posteriormente, se implantó el Coste de Transición a la Competencia (CTC), un instrumento empleado por España y otros países de la UE para compensar a las empresas generadoras de electricidad por el cambio normativo operado por la Directiva 96/92/CE, que consistió en una subvención estatal de hasta 12.000 millones de euros. Luego, desde el año 2000, se implantó el “déficit de tarifa”: la diferencia entre los ingresos por precio que reciben la empresas eléctricas y lo que (presuntamente) se gastan en generar la electricidad. Esto encarecería la luz en los años siguientes.

Durante los dos gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero, el precio de la luz se disparó hasta casi un 80%, en parte por el déficit de tarifa heredado.

Otro de los grandes cambios llegó con el Gobierno de Mariano Rajoy. En 2013 se sacó adelante una gran reforma del mercado eléctrico. El objetivo era tapar un agujero que crecía a un ritmo de 4.500 millones anuales. Incluyó subidas, el fin de las primas a las renovables y un cambio en el modo de calcular la tarifa.

Teniendo en cuenta todo ello, aunque el Gobierno hace todo lo posible para evitar este incremento del precio de la luz, lamentablemente puede hacer menos de lo que le gustaría, pues éste depende esencialmente de una cuestión de oferta y demanda, y está sujeto a decisiones tomadas en el pasado.

Ahora, se vive un momento de precios muy elevados, con días de más de 99 euros por megavatio-hora (MWh) de media diaria. Visto por años se observa una gran variación: en 2018 el precio medio fue 57'29 euros/MWh, el 10% más que el año precedente; en 2019 bajó a 47'68 euros, un 17 % menos, y el año pasado cayó a 33'96 euros, un 29 % inferior que en 2019, según los datos del Operador del Mercado Ibérico de la Electricidad (OMIE).

Ante esto, la actual ministra portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, ha insistido en que la actual subida en el precio de la luz en los últimos días, coincidiendo con el temporal “Filomena”, es "coyuntural y puntual" y que el Ejecutivo "trabaja sin descanso" para que al final del año sea más barato que el anterior, aunque ha descartado una reducción en su IVA, ya que "no estaría en línea con lo que se marca por parte de Europa".

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Asimismo, el Gobierno ha pedido a la CNMC que investigue el precio de la luz durante la ola de frío.

En España, como en la mayoría de los mercados eléctricos, el precio lo determina la energía más cara que entra en producción, que es casi siempre el gas en las centrales de ciclo combinado. Si sube el precio del gas, subirá el precio de la electricidad. Si la economía mundial se recupera tras la pandemia de Coronavirus, es probable que el precio del gas permanezca elevado.

Ante este panorama, ¿qué se puede hacer a corto plazo? Una opción posible planteada es bajar los impuestos. Pero esta opción no es precisamente gratuita. La recaudación que no se obtenga de los impuestos sobre la electricidad, habrá de obtenerse de otras fuentes, o bien habrá que recortar servicios públicos, ahora o en el futuro.

Podemos concluir finalmente, que todo apunta a que la situación actual del mercado eléctrico es coyuntural, y que la solución no puede consistir en la subvención, vía reducción de impuestos, a todos los consumidores de energía. Hasta entonces, el precio de ésta en cada momento, estará casi absolutamente condicionado por la meteorología.

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