CREEMOS LO QUE QUEREMOS CREER Y VEMOS LO QUE QUEREMOS VER.

 

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¿Por qué nos cuesta tanto comprender la economía?

¿Es que es muy difícil? ¿A caso es una ciencia muy densa o aburrida?

¿Es posible que el verdadero motivo por el que no la comprendemos sea que no queremos hacerlo? Porque nos negamos a enfrentarnos a las evidencias Por qué preferimos no comprender aquello cuya realidad sabemos no nos va a gustar...

Según palabras del economista JeanTirole en su libro “La economía del bien común”, premio Nobel de Economía, efectivamente “creemos lo que queremos creer y vemos lo que queremos ver” y esta es una de las cuestiones que dificultan el entendimiento de la economía.

“Con frecuencia creemos lo que queremos creer y no lo que la evidencia nos llevaría a creer. Como han señalado pensadores tan diversos como Platón, Adam Smith o el gran psicólogo estadounidense del siglo XIX William James, la formación y revisión de nuestras creencias sirven también para consolidar la imagen que deseamos tener de nosotros mismos o del mundo que nos rodea. Y la suma de esas creencias a escala nacional determinar sus políticas económicas, sociales, científicas o geopolíticas".

"No solo sufrimos sesgos cognitivos, sino que, además, con frecuencia los buscamos. Interpretamos los hechos a través del prisma de nuestras creencias leemos los periódicos y buscamos la compañía de personas que nos confirman nuestras creencias y, por tanto, nos empecinamos en ellas, ya sean correctas o erróneas.
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Es decir, nos autoconvencemos y formamos en unas creencias e ideas, de las cuales quizás no tengamos toda la información ni toda la realidad, pero nos dan la imagen de nosotros que nos gustaría tener (con esos pensamientos nos sentimos más a gusto con nosotros mismos, con la sociedad, o con el mundo).

“Cuando Dan Kahan, profesor de Derecho de la Universidad de Yale, presentó a un grupo de individuos una serie de pruebas científicas sobre el factor antrópico (es decir, ligado a la influencia del hombre) en el calentamiento global, observó que los estadounidenses que votan demócrata estaban después aún más convencidos de la necesidad de actuar contra el cambio climático, mientras que numerosos republicanos, a lo que se habían presentado los mismos datos, se sentían aún más confirmados en su escepticismo. Y lo más asombroso es que no se trata de un problema de Cultura o de inteligencia: estadísticamente, el rechazo enfrentarse a la violencia estaba al menos tan anclado en los republicanos con una educación superior que los menos instruidos. Nadie está pues al abrigo de este fenómeno”.

“El deseo de estar tranquilos respecto al futuro desempeña también un papel importante en la comprensión de los fenómenos económicos (y, en un sentido más amplio, científicos). No queremos subir que la lucha contra el calentamiento global será costosa. De ahí la popularidad en el discurso político del concepto de crecimiento verde, que sugiere que una política medioambiental sería puro beneficio. Pero, si fuera tan poco costosa, ¿por qué no se ha puesto ya en marcha?”

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“Del mismo modo que queremos creer que los accidentes y las enfermedades solo les ocurren a los demás y no a nosotros o los nuestros (lo que puede llevar a comportamientos nefastos-a reducir la prudencia al volante o a la prevención médica-, aunque también tiene ventajas, pues la despreocupación en este ámbito es beneficiosa en lo que a calidad de vida se refiere),no queremos pensar en la posibilidad de un estallido de la deuda pública o la quiebra de la Seguridad Social cuestión de la supervivencia de nuestro sistema social, o queremos creer que alguien pagará.”

“Todos soñamos con otro mundo en el que los actores no necesitarían ser incentivado por la ley a tener un comportamiento socialmente responsable, que no contaminarían, que pagarían sus impuestos voluntariamente o que conducirían con prudencia, aunque no hubiera policía. Por ello, los directores del cine (y no únicamente los de Hollywood) conciben sus películas atendiendo a nuestras expectativas: esos Happy end nos confirman en la idea de que vivimos en un mundo justo en el que la virtud vence al vicio (lo que el sociólogo Melvin Lerner calificó de creencia en un mundo justo, belief in a just world).” 

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“Los partidos populistas, tanto de derecha cómo de izquierda, se aprovechan de esta idea de una economía sin obstáculos, y los mensajes que deterioran la imagen de ese cuento de hadas son considerados, en el mejor sentido, generadores de ansiedad y, en el peor, como procedentes de esbirros de los fanáticos del calentamiento climático, de los ideólogos de la austeridad o de los enemigos del género humano, según el caso. Es una de las razones por las que la ciencia económica se denomina con frecuencia ciencia lúgubre (dismal science).”

Tal y como  defiende Jean Tirole, esta visión de la economía como una “ciencia lúgubre”, que nos estresa y estropea nuestra creencia en un mundo perfecto y justo es, entre otras cosas, lo que hace que a las personas nos cueste comprender la economía (y al contrario de lo que queremos creer, presenta fallos, al igual que el resto de nuestro mundo). O, mejor dicho, que no queramos comprenderla. Porque lo primero que necesitamos, ya sea para aprender o entender algo, es querer hacerlo. ¿No?


Comentarios

  1. Es importante tener el cuenta a todos los públicos y en los últimos años, sobre todo desde la crisis de 2008, en los medios de comunicación se informa sobre este tipo de noticias de forma divulgativa. Algo que agradezco y que no me hace desconectar de la escucha o lectura.

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    1. Muchas gracias! Eso es precisamente lo que intentaremos en nuestro blog, explicar las cosas de manera menos técnica para que se entienda bien. De esta forma, todo el que quiera podrá aprender un poquito más de economía!

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