¿QUÉ HACE QUE URUGUAY DESTAQUE ENTRE LOS PAÍSES DE AMÉRICA LATINA?
Uruguay fue colonia española desde el siglo XVI hasta prácticamente mediados del siglo XIX cuando, tras un largo proceso revolucionario llevado a cabo junto a Argentina, el 18 de Julio de 1830 declara su independencia bajo el nombre de “Estado Oriental del Uruguay”. El primer presidente electo bajo la Constitución de Uruguay de 1830 fue Fructoso Rivera.
Cabe añadir que Uruguay y Argentina siempre han sido países relacionados, dado que ambos fueron parte del Imperio español hasta el S. XIX. Y formaban parte del Virreinato del Río de la Plata.
A finales del siglo XIX, el
país había completado su organización y durante la etapa batllista consolidó
su democracia y alcanzó altos niveles de bienestar, equiparables a los europeos. Debido
a esto, Uruguay comenzó a ser conocido como «la Suiza de América».
El motor del crecimiento de Uruguay, como de muchos otros países de América Latina, fueron las exportaciones. La diferencia fundamental de Uruguay con los demás, es que no depende excesivamente de un único país comprador. Creció muy por encima de los ocho países destacados de América Latina, fundamentalmente en 1902, 1913, y 1930.
Durante su mandato se desarrolló una política industrializadora de sustitución de importaciones y se realizaron obras públicas de importancia. Rompió relaciones diplomáticas con la Unión Soviética en 1935 y reconoció al gobierno de Francisco Franco en 1936. Este proceso de sustitución de importaciones mantuvo ciertas garantías de crecimiento mejorando el consumo interno y aumentado las exportaciones hacia Europa y Estados Unidos, a causa de la Segunda Guerra Mundial, manteniéndose esta estabilidad económica hasta entrada la década del cincuenta a consecuencia de la guerra de Corea (1950-1953).
Fruto de la dependencia del capital extranjero, este proceso industrializador encontró una dificultad esencial en su desarrollo. En este sentido, uno de los problemas de Uruguay fue que dependía en un 100% de la energía que provenía del exterior y por ello la mayor parte de los beneficios que se obtenían volvían a salir sin dar rentabilidad a la industria nacional. Por ello, el crecimiento y la evolución de Uruguay se vieron muy mermados, dado que la salida del capital no ayudaba a la inversión nacional.
Hacia 1955, producto de un desarrollo económico inarmónico y altamente dependiente, se inició una crisis económica que afectó también a las instituciones públicas. Esta época de recesión económica terminó con la "Suiza de América". Establecida esta crisis del modelo dependiente y débilmente desarrollado, durante la década de 1960 hubo un proceso de gran deterioro económico y por lo tanto social, con un notable aumento de la conflictividad y de la búsqueda de alternativas por parte del movimiento social. Durante esta época fue de relevancia la “Guerrilla urbana”.
Como respuesta ante la
crisis social, económica y política que vivía el país, se dio un Golpe de
Estado cívico-militar, encabezado por el presidente de la República, Juan María
Bordaberry y apoyado por los Estados Unidos.
En 1958, el partido nacional ganó las elecciones, despojando del poder al Partido Colorado, que gobernaba desde hacía 93 años. Así llegaba a su fin el denominado “neobatllismo”, o sea, un segundo batllismo, cuya principal figura era Luis Batlle Berres que había intentado impulsar la industria nacional. Tuvieron lugar dos gobiernos blancos. El primero de 1959 a 1963 y el segundo de 1963 a 1967. Los blancos habían llegado al poder con la promesa de desmantelar el modelo neobatllista, caracterizado por la intervención del Estado y numerosos subsidios, además del tipo de cambio múltiple. En este sentido, implementaron una política económica que apuntaba a liberar la economía. En materia de política internacional, Uruguay confirmó ser un país influenciado por Estados Unidos. Por ejemplo, en Punta del Este se llevaron a cabo las reuniones que crearon la Alianza para el Progreso.
Tras lo acontecido durante el segundo gobierno blanco, cuando llegaron las elecciones de 1966, nadie discutía
que el Colegiado era un sistema ineficaz, inoperante, o demasiado deliberativo.
Entonces, junto a las elecciones para definir a los próximos titulares del
Poder Ejecutivo, se presentaron cuatro reformas constitucionales en las que se
presentaban nuevos sistemas de gobierno. Todas tenían como factor común la
vuelta al presidencialismo. Las elecciones
presidenciales que en 1966 marcaron el regreso al poder del Partido Colorado.
Fueron
ganadas por el general retirado Oscar Diego Gestido. Tras la precoz
muerte de dicho presidente, ocupa su lugar en poder al vicepresidente Jorge Pacheco Areco. Su gestión se caracterizó por una fuerte
tendencia al autoritarismo represivo.
En 1980, se da comienzo a
un proceso de retorno democrático, pero es hasta el 1 de marzo de 1985, que el
gobierno retornó a los civiles con la asunción de Julio María Sanguinetti (del Partido Colorado) como presidente (posteriormente, con los años, ocuparían su lugar en la presidencia individuos como
Durante el gobierno de este último, tiene lugar la crisis bancaria de 2002 en Uruguay fue un proceso de insolvencia financiera
que afectó a más de la mitad de la banca comercial y produjo la desaparición de
algunas de las empresas financieras más emblemáticas y el virtual colapso del
sistema económico del país. Fue la crisis económica y social más
importante del Uruguay, incluso con consecuencias peores que la crisis de 1929
o 1890.
Desde 2005, Uruguay está a punto de completar 15 años de crecimiento ininterrumpido, un récord histórico para esta nación. Este desarrollo económico sería debido a la estabilidad política de Uruguay y al desarrollo de las relaciones comerciales con China.
La economía de Uruguay y por tanto su actual bienestar económico, es el resultado de la combinación de los recursos naturales del país (ganados ovino y bovino, productos agrícolas, minerales…), con una población altamente alfabetizada, una estructura empresarial diversificada y una fuerte presencia del Estado.
Además, destaca en América Latina por ser una sociedad igualitaria, por su alto ingreso per cápita, sus bajos niveles de desigualdad y pobreza y por la ausencia casi total de indigencia. Se ubica entre los primeros lugares de la región en relación con diversas medidas de bienestar, como el Índice de Desarrollo Humano, el Índice de Oportunidad Humana y el Índice de Libertad Económica. La estabilidad de las instituciones y los bajos niveles de corrupción se reflejan en el alto grado de confianza que tienen los ciudadanos en el Gobierno.
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